Bogotá, Noviembre 15 de 1983

Señor Presidente:

Los pensionados del Municipio de Pasto, hemos venido observando con estupefacción, cómo se puede acabar con la moralidad que desde un comienzo su señoría, blandió como uno de los mejores logros para nuestra querida patria; ¿será que la edad nos hace ver cosas que no son?, o ¿será que vemos mejor que los jóvenes que hoy están al mando de las instituciones democráticas?, o nada de esto. Creemos que la política mal entendida, las leyes mal interpretadas, el abuso de todas las normas que rigen el país, están siendo objetos de acomodos voluntarios para terminar de una vez por todas con lo poco bueno que le queda a Colombia.

Su señoría pensará, ¿para qué tanta pregunta? Y la razón es muy sencilla: en días pasados se suscitó en la ciudad de Pasto, el despido de más de sesenta empleados municipales y todos los gremios pusieron el grito en el cielo, por esta anomalía, pero nadie, absolutamente nadie ha sido capaz de decirse la verdad ante el hecho. Los que trajinamos por el municipio de Pasto por más de veinte años sabemos, sin alardear de puritanos, que los despedidos eran una porción de empleados que no tenían oficio ni beneficio, que se trataban de las corbatas que usan lo politiqueros para detentar poder, que se trataba de gentes que sólo saben firmar la nómina y cobrarla cuando el desvencijado municipio por arte de magia, podía conseguir los dineros para cubrir la necesidad urgente de pagar salarios, de lo contrario siempre se hallaban en una comisión encargada por el dueño de turno o será mejor que vuestra señoría sepa, que en ocasiones no se conocía ni siquiera el personaje, ni el momento de cobrar. La corrupción imperante en el municipio de Pasto era inaguantable y la verdad sea dicha, no son esos sesenta, son más los que deben salir, este cáncer democrático se debe curar de raíz, de lo contrario el paciente morirá irremediablemente. Hemos discurrido en torno a la mejoría presupuestal de los municipios de Colombia, con el nuevo orden de cosas que su señoría le ha dado, pero mientras no se tomen medidas drásticas contra la vagancia pagada o lo que llaman burocracia, nada se podrá hacer. Siempre se dice la tan trillada frase de que “todo tiempo pasado fue mejor”, analizando la situación tenemos que decir que sí y la evidencia es irrefutable.

El señor alcalde de Pasto, Sergio Antonio Arellano Díaz, quiere que el municipio prospere, desea limpiarlo de todos los males que lo aquejan, busca por todos los medios acabar con las “garrapatas” que están succionando el presupuesto municipal y uso los antídotos necesarios, así estos tengan olor a pesticida. De la otra parte no se ven sino amenazas vedadas, cartas de un sindicato de mediocres que jamás estudian la situación de los personajes a defender, de políticos que no dan la cara, sino que muy superficialmente mandan notas de descontento y los que sí fueron tocados, ladran los peores epítetos contra el alcalde y el gobierno departamental y central, cuanto bien haría esta gente sí en vez de criticar buscara los medios para hacer de la ciudad de Pasto un modelo de la gran Colombia.

Hemos sido víctimas y lo seguiremos siendo, de todos los gobiernos, pero qué nos puede afectar, si esto es desde la época de la independencia, en que nos tomamos el atrevimiento de luchar contra todo lo que nos pareció inútil y falto de madurez en todos los campos de la ética y moral; no hubiera sido mejor, su señoría, habernos conservado como éramos: justos, nobles en la lucha, valientes como ninguno, honrado como no habrá jamás en la tierra otro que se le compare, trabajador, y lo más hermoso, que jamás traicionó los juramentos que hizo. Pero como se lo ve o se lo trata al Pastuso o Nariñense, con despotismo, olvido y en el mejor de los casos, como carne de cañón; es en los momentos difíciles cuando los gobiernos recuerdan que en Pasto existen lo mejor de los soldados, entonces se recuerda la época pasada y se le da los títulos famosos de “Numántica Pasto” y se compara a sus hombres como a los héroes de Troya, pero sólo para que defiendan la amada patria.