top of page
DCAM0067_edited.jpg

Recluida manía, maniatada libertad.  - Nicolas Garzón

Penetraba imprudentemente sin conciencia, en nuestra conciencia, ese olor putrefacto,

impaciente de agudizar nuestros sentidos, sin razón ni premeditación. Acción salvaje y brutal, reacción colectiva de igual manera desconmensurada, apática y adictiva. Entre tanto, en la mitad del salón, ambos cuerpos continuaban, frenéticamente indecisos, su sexual frenesí. Alrededor, un montón de ojos degustaban la escena con despreciable atención, desgarrando a cada mirada un pedazo de amor. Salivando de placer la fila se alargaba deseosa de participación, excitándose a cada gemido mientras que en posición sumisa, se rezaba por una pausa, o un cariño que nunca era de más, pero siempre ausente. Solitaria incursión, las manos apretando nerviosamente las caderas, los dientes amontonados y estrechos hacían fuerza infantil y así, la pelvis se balanceaba levemente, dejando absolutamente todo que desear. Deseo cuidadoso y para nada espectacular el que partía sin recuerdo, sin memoria, sin rastro, ni rostro, cubierto o encubierto, para guardar su identidad y así seguir con el delirio de grandeza y pretensioso poder, una noche, cada cuatro años. Siempre y cuando se gimiera, se gritara de dolor, eran bienvenidas las risas silenciosas y las indiferentes frases de gratitud que nada tenían que ver con la poca humanidad que quedaba en ese lugar. Rutinario placer, entretenimiento atolondrado, motivación aparente, alucinante instante que babeaban todos esperando inquietos, saltones, pendejos. Desde los cubículos sagrados llenos de urnas y dudas, las masas peregrinaban hacia grandes hangares donde festejaban su victoria o maldecían al victorioso tratándolo de mentiroso, usurpador, pidiendo un cambio, una verdad y una justicia. Acto seguido eran las reuniones pretensiosas bien entrada la noche. Un juego insensato, inocente espectáculo de fantasmagoría, frágil deseo, viciosa naturaleza, ficción consumista, chupeta asfixiante, dulce y babosa autoridad, recurrente salvajismo, amor que es flagelo, inerte potestad, imaginaria postura, histórico poder, repetitiva mentira, exasperante fiesta artificialmente adictiva, incorregible práctica, silenciosa farsa, mudo artificio, propia redundancia, tuya, mía, nuestra, solo nuestra, nada mas que nuestra. Y sin más, nos íbamos todos con las manos vacías, con ideas indisponibles, con el rabo entre las piernas, preguntándonos : ¿Hasta dónde irá esta ira que nos consume, o será que consumir la ira nos hará más sabios, o será que los sabios volverán a reinar el mundo, o será que la trivial verdad encontrara finalmente la vertiente hacía nuestros corazones apáticos y necios?

1233 (27) editado.jpg

Para Allen, desde el Futuro - Nicolas Garzón

El mundo es cada vez más pequeño, el hilo invisible, que lo conecta todo y comunica la información de un extremo a otro.

Formaciones gigantes en la nada, como abrir bien los ojos en el gran cañón y gritar en silencio el odio a lo desconocido.

Es avanzar en puntillas y en cuclillas y en punta de pies; dolor absurdo, inimaginable, invivible, irresistible, envidiable, moderable, puesto en servicio para nuestro confort y necesidades imposibles, imparables, imperdonables.

El odio que fluctúa entre la maleza de cemento, metrópoli, resonan en las meras superficies de metal que encuentra por su camino las voces de desconocidos moralmente superiores, amplios y rozagantes de ego, envidia y pesares de un pasado encubierto, incierto y perdido en la memoria sana, sanada, curada por Dios, crucifijos y ríos de llanto, salando los manglares y esterilizando los valles y los llanos.

Desayuna entonces, el ojo mirador y no el que escucha, hipnotizado, hyper sensible, vibrador de los colores muertos, retro proyectados en retinas perezosas, donde los nervios controlan inconscientemente el cuerpo inerte de un ente de carne que puesto allí, cual masa podrida encima de otra, se encarga de respirar, aunque sea libremente, hasta que el instinto salvaje lo obliga a masticar y a tragar lo que su estómago va a procesar, y sus intestinos absorber, como su mente absorbe las mismas imágenes, todos los días, desayunando colores muertos, retro proyectados, conectados al hilo invisible que comunica información contenedora, como los que, como gigantes fantásticos, atraviesan los océanos llenos de objetos inservibles, mediocres, así mismo es el amor, la pasión, el odio, la envidia, el pecado y la salsa que se derrama de nuestra boca - babeante - al exterior, putrefacto, mediatizado y organizado.

Dónde se han ido los sueños? Y eran libres? Si ahora son falsamente anárquicos.

Su refracción es simple, mentirosa, es encomienda de aquello que se cree puro, superior y libre.

Sus deseos son referenciados, sus pasiones guiadas y sus obsesiones ocultas, reprimidas.

Todas las imágenes a nuestro alrededor hacen foco automático en nuestra memoria y en nuestras ideas.

Todo es un catálogo, todo está clasificado y puesto en e-venta. « La marchandisation du monde », si, y nada más.

Es el mercado de las ideas, el bazar de la mente, todo igual, todo semblable; y no hablo ni siquiera de repetición, no. No hay cambio posible, en la repetición se encuentra la mimesis, que llega con el tiempo y junto con él, una cierta verdad, natural y no simbólica, sino pura, frágil, inocente. La inocencia es reprimida, los horrores precoces se convierten en imágenes de alguien más, de un otro, de un adulto lleno de temores que sueña con ser niño; el niño que no sueña, que no puede soñar.

No existe el sueño en su joven mundo que lo acoge pre empaquetado, científico y pre concebido.

Sus sueños se alteran y se vuelven los sueños de alguien más; no se sueña con la realidad, ni con la ficción, pero con un mundo que revela un mundo tercero, propulsando una imagen dentro de otra imagen.

Barbara sabía de todo esto a sus dieciocho años. Una imagen dentro de otra; doble proyección. Pero su visión fue gracias al delirio de la mente fuera del cuerpo, del misticismo más puro y frenético, prohibido y baboso, sexual y carnoso, en otras palabras, inocente, transgresor y futurista; predecesor de todo, un verdadero mito. Oh Allen ! El mundo instantáneo solo viene de Dios; éste mundo ha sido consumido por la fuerza incontrolable de nuestra impaciencia, es decir del tiempo, es decir de la muerte. La muerte que abarca desde lo físico hasta lo inmaterial, hasta las ideas.

Muerte al pensamiento y desaparición del lenguaje y de todo viaje al interior, única y verdadera travesía en la época del instante puro, del allá cercano, de la lejanía próxima. Oh Allen ! Me siento perdido en el laberinto de la red incorpórea que atraviesa mis ojos, mi retina y se impregna en mi cerebro, modificando cada partícula de mi ser, como rata en el purificado estado de su confinamiento, observada, sin misterio en su esencia. Nada se oculta tras el ojo que no duerme y de su centro mecánico que no siente.

Atrás de ese ojo que observa pero que no escucha, seres que sin ojos y sin mente propia, de manera cotidiana, cotidiana ésta por el tiempo, reaccionan sin pesar, sin pensar, físicamente ausentes, en completo control, sin control de ellos mismos. Oh Allen ! Me siento observado por esos ojos, analizado constantemente; esos ojos me hablan sin bocas, me murmuran terror en un eco hipnótico que las membranas de mis oídos no logran resistir y se desprenden cada vez que soy, soy obligado a caer en la fuerza paradójica de su voz inhumana.

Esos ojos son sombras omnipresentes, creadas por la tentación científica, por el progreso sobrenatural, por su imparable tentación hacía la locura. Oh Allen ! Hace mucho tiempo que estoy intentando encontrar el silencio profundo de la tierra. Un silencio puro, virgen, simple. Un silencio que logre percutir en los árboles, en las flores, en los frutos, en los animales, en tu corazón, en el de mi tía, mi abuela, mi madre. El bullicio del mundo aturde mi alma, la confunde, la letarga. Oh Allen ! La cara de mi padre se pierde entre la maleza del bulto terrible y vampirezco de las imágenes. Todo es superposición, y la vida se convierte en capas inconscientes. Las ideas, como en campo de concentración nazi, caen en la fosa, inertes se desploman y se pierden una a una, una a una, una a una. Y el recuerdo se convierte en algo pasajero, el amor en algo pasajero, la luz en algo pasajero, la vida en algo pasajero, la alegría en algo pasajero, un tren pasajero sin pasajeros, todos vamos volando sin conocimiento de quienes somos ni para dónde vamos, lo único que importa es reproducir nuestra préfiguration al mundo externo-interno enconchado en los dedos petrificados en movimiento perpetuo, los ojos en movimiento perpetuo, y la poesía de la perpetuidad aparente, como la tierra que gira alrededor del sol, se convierte en una acción sin futuro, sin presente, un tiempo que es pasajero, tiempo anacrónico, atribuido por el jerarca, la imagen expandida, la copia de una imagen, nuestra imagen es una copia, error en el sistema, sombra en el cemento por la luz pasajera, milésima de tiempo y de muerte, un abrir y cerrar de ojos. Pero la luz penetra en mis ojos.

Estoy ciego, frente a esa luz que continua su camino y atraviesa mi ser. Oh Allen ! La cara de mi padre se pierde entre la maleza, y la música repetitiva del super-hyper-super-hyper mercado se cristaliza en todos, como un dulce baile, ligero en un tibio suelo de cerámica, donde los pequeños pasos y los delicados saltos darán vida al amor y a la locura. La cara de mi abuelo se desvanece con el tiempo y la memoria que pierde el lenguaje, suyo y mío, el de los demás, que se pierden con la bestialidad de nuestra inutilidad y barbarie propia a nosotros, propia a nuestra raza, propia a nuestro tiempo, a nuestra natura, si, nuestra natura es antinatura, es lo que Dios vio, al séptimo día, y luego descansó, para nunca más volver.

Es nuestra consciente obsesiva necesidad de querer ser amados, anticipados y venerados; carne bendita, sangre bendita, puro es, somos todos juntos comunión, comunidad, mentiroso filtro histórico, calumnia de la pre historia, inocencia perdida.

Vértice - Nicolas Garzón

Sentado miraba el blanco techo. El tiempo pasaba, sin saber si pasaba rápido o lento pasaba. La luz de la lámpara estática en el centro del techo lo mantenía distraído. De vez en cuando movía la vista hacia la derecha, encontrando más techo blanco. El tiempo pasaba y sin darse cuenta apagaba la luz de la lámpara y dejaba que la luz del sol bailara graciosamente rápido de izquierda a derecha. Un tiempo después prendía la luz de la lámpara, fijando la mirada en la luz del centro del blanco techo. Su vista se movía hacia la izquierda, perdiendo el círculo que dejaba el reflejo de la luz de la blanca lámpara. La luz blanca rebotaba en todos los rincones de las blancas paredes de la habitación. Sin prisa, el tiempo pasaba a su alrededor, sin temor miraba de nuevo el perfecto círculo que dejaba la blanca luz que salía de la blanca lámpara rebotando por todos los rincones de las blancas paredes de la habitación. Las ventanas de tinte blanco dejaba entrar blanca luz del blanco sol. Cerrando los ojos el tiempo tenía tinte negro y era infinito. Moviendo las vistas de derecha a izquierda y de arriba a abajo vio solo negro. Dentro de esa obscuridad infinita contó el tiempo de uno a dos a tres a cuatro… Al terminar abrió los ojos. Las ventanas habían perdido su tinte blanco, la pintura blanca de las paredes se había caído, el bombillo blanco de la blanca lámpara se había acabado. La habitación tomó un tinte rojizo que duro tan solo unos segundos, luego una fuerte explosión se escucho a lo lejos. La habitación brilló como lo había hecho en el pasado, para instantáneamente pasar a un negro total. Con los ojos bien abiertos, solo pudo ver esa línea rojiza que había visto por última vez. Su cuerpo se consumió rápidamente hasta volverse cenizas al igual que la habitación. Un silencio colmó la mirada perdida del cuerpo hecho cenizas, una mirada que volaba prisionera del viento en dirección contraria a la explosión. De color rojiza como el sol comprendió que la vida y la muerte son hermanas de mismo tinte. Viajó largo rato hasta caer en un pequeño charco en la mitad del océano dónde flotaría libremente hasta que todo termine por desintegrarse, hijo del tiempo.

El ventilador me acosa por el costado izquierdo - Sergio Elias Ortiz

El ventilador me acosa por el costado izquierdo, mientras mi nariz gotea por el derecho y en medio de la difícil situación continúo vagando en el inmenso destino que me permite continuar, de a poco.

De a poco voy caminando hacia la diferencia, lo que me haga sentir importante para ese público molecular que me puebla por dentro, soy como un planeta errante que gravita alrededor de pasiones, mercados, tristezas.

Tristezas que son las que continúan, las que se recuerdan, las que amenazan, las que nos prometen un gran logro al vencerlas; las verdaderas musas de las que no se logra escapar y por eso aparecen tantos recurrentes e ingeniosos cantantes con su original y repetitivo tumbáo.

Tumbáo, como la negra, que tenía tumbáo y cuando va caminando, se encuentra con los admiradores moleculares. La negra murió y la salsa no revive, se van muriendo los últimos que la cuidaban y que le daban vida, alegría y la fuerza del movimiento original.

Original se creyó, pero en realidad sólo era una copia de aquellos que lo habían precedido, hasta su ADN era una copia de los que lo antecedieron, por eso, sólo tenía la oportunidad de cambiar las palabras de orden, para que la idea fuera otra, para que alabaran su compleja construcción.

Construcción que no se hace sino por medio de la estructura, por eso sólo resta ser un genio de la estructura, de los nuevos materiales, de las nuevas formas de ver el mundo, el mundo que desaparece tal como lo conocemos y aparece tal como lo diseñamos.

Diseñamos copiando a la naturaleza, deseamos que nuestros diseños se parezcan, no rompan, pero que rompan y no se parezcan, inclusive diseñamos el discurso y el discurso se parece, nada nuevo se aproxima, pero el discurso amenaza con romper.

Romper es lo que espera el que compra un paquete, lo quiere romper, tiene el derecho de romperlo, “no mucho, puede servir” y quizá se pueda reutilizar, para otro que desee el paquete, o para devolverlo, siempre es bueno tener la garantía, “nunca se sabe”.

“Nunca se sabe” lo que pueda ocurrir después, por eso es mejor estar prevenido, acá lo mejor es pensar mal para acertar y claro a uno lo educan para ser malpensado y así no sufrir en esta vida a la que se vino a sufrir, pero igual ya no hay que preocuparse, porque.. ¿Para qué?

¿Para qué? Es una de las preguntas filosóficas básicas, el resto es: ¿qué?, ¿por qué?, ¿cómo? Y por supuesto ¿para qué me preocupo por la difícil situación? Si a la larga me permite continuar vagando en el inmenso destino que me permite continuar, de a poco.

Danton - Nicolás Garzón 

Era solo una siesta. Me dormí pensando en no dormir. No tenía la intención de dormir. Dormí y soñé. Soñé que dormía, soñando dormí. Mi cuerpo durmió y gravitó durmiendo la mente alrededor siguió soñando la mente dormida sin soñar dormí dormir durmió. Cansada la mente se levantó, tardía respuesta del cuerpo, dormido, soñando. Los dedos tocaron la cara, mi ojo, el otro, la vuelta y dentro vio la mente todavía cansada; retro iluminación penetró y dilató dejando entrar para nunca salir. Dilató el tiempo, la luz de Dios, ultravioleta, crescendo en letargo lista para el largo viaje al centro donde las ideas se filtran, saliendo al mundo en formas abstractas, inteligibles, sonidos que murmuran el final en la ducha que libera o en la caída libre que estrella y libera, o la caja mágica que todo lo sabe pero que no libera. Campanas danzantes resuenan con luz exorbitante, tic-toc, uno y dos, a la vez, otra vez el cuerpo despierta al fin. Era solo una siesta. La siesta del mundo que no despierta con el amanecer, ni con el cantar del gallo, ni con las campanas de la iglesia. No tenía la intención de dormir. Dormí y soñé con dormir y soñar con despertar al fin, y al fin despertar y ver el fin al fin y finalmente dormir y descansar. Al final, una línea que separa la cortina y el abismo resbaladizo. El mundo que despierta en la palma de la mano, Dios y los ángeles en la palma de la mano, el universo en la palma de la mano, táctil la palma, táctil el mundo, táctil es Dios, los ángeles y el agua irreal de un mundo cada vez más irreal. La palma, a la derecha del mundo a la izquierda de la torre que observa, como la guillotina, como el ojo todo poderoso, que todo lo ve, que no pestañea, que no duerme por lo tanto que no sueña, soñar y soñé con el ojo que no sueña.

 

Pangea Múltiple - Nicolás Garzón 

Entonces. Acabo de volverme a ver Another Earth (2011) dirigida por Mike Cahill.

En resumidas cuentas: aparece de la nada otro planeta tierra en nuestro sistema

solar, muy cerca de « nosotros »; igual a nosotros; un espejo de la TIERRA #1; ¿O

será TIERRA #2?.

Espejo; espejos. En la película ambas tierras funcionan como espejos reflejándose

una a la otra. Los continentes son los mismos, las personas son las mismas y

aparentemente los sucesos del pasado de la ¿directora? de SETI en una de las

tierras es la misma que en la otra Tierra; entonces son ambas la misma. ¿Cuál es la

original?

Pongamos, pues, dos espejos uno en frente del otro. Llamémoslos: Espejo #1 y

Espejo #1. Espejo #1 refleja a Espejo #1. Entendido esto vamos a adentrarnos en el

reflejo. (Yo sé, no hay objetos, así que, ¿qué es lo que vamos a ver?. Si pusiéramos

un objeto en medio de ambos espejos, ese objeto se reflejaría en ambos espejos y por

consiguiente en los reflejos posteriores y infinitos). Digamos que, estamos ya dentro

del reflejo de Espejo #1. Encontrándonos en el reflejo #15 del Espejo #1 vamos a

parar; ¿cómo saber que el reflejo #15 no es en realidad Espejo #1? Si ponemos esto

en contexto de la película, ¿cómo saber cuál es Tierra #1 y cuál es Tierra #2?. Un

espejo sirve para vernos, para vernos reflejados en él. ¿Pero cómo saber cuál es

reflejo y cuál es realidad? Se me viene a la mente la película The Congress (2013) de

Ari Folman, donde se nos adentra a distintas y extrañas realidades; si, ojo,

realidades, múltiples, todas verdaderas, todas « reales ». Aunque en The Congress

no existe realmente ese efecto « espejo » y « reflejo », en Another Earth ambas

realidades existen entre ellas. Así que, si en ambas tierras están realizando el

mismo experimento del espejo, ¿cuántos espejos hay?. O quizás mejor, ¿cuántas

más realidades, o reflejos de cada una de las realidades hay?. Si bien, Another Earth

se pierde en la pequeñez que significan los pensamientos y los problemas del ser

humano, finalmente, lo que somos, quienes somos, es de gran importancia. Al haber

dos « grandes importancias » se pierde el sentido de lo que estamos viendo. No son

clones, son dos realidades, iguales, es decir, insignificantes problemas y

pensamientos al cuadrado.

El reflejo de nosotros es un doble, un otro, igual pero distinto. ¿Existen dos para

todo? ( Se me viene a la mente la película (por lo tanto el libro) Enemy (2013) de

Denis Villeneuve (novela de José Saramago) donde hay dos mismas, físicamente

iguales, personas; un Adam y un Anthony, aunque completamente distintos; uno es

profesor, el otro es actor… ¿Cuál es cuál? ¿Quién es Anthony y quien es Adam? Esa

es la verdadera pregunta.) Quiero decir, ¿reflejo hasta para el Universo?. Universo

en mayúscula, ya que Universo es absolutamente Todo; nótese la palabra absoluto y

que Todo está en mayúscula… cómo Universo (Guiño). Digamos entonces que; bueno

antes que nada, o mejor dicho, antes que todo, el Universo tal y como lo conocemos

es enorme; pero se han planteado teorías que hablan sobre la posibilidad de una

cantidad finita; enorme, gigantesca; de posibles combinaciones en los objetos que

componen el Universo. Digamos que ese numero es 10 gúgol. Existen uno por diez a

la cien posibles combinaciones que hacen y llenan el complejo Universo; ahora

digamos que hay uno por diez a la cien-to uno objetos en el Universo. ¿Ese uno qué

hace ahí? ¿Qué es ese uno?. Para la película ese uno seria la Tierra (con Luna

incluida mas un par, más de un par, de billones de personas, plantas, animales, y

bueno átomos organizados de exactamente la misma manera). La reorganización de

la materia en este ejemplo tiene un limite, ¿y si sobrepasamos ese limite?. Pues…

¿simplemente volvemos a comenzar, no?. Frente a esta idea me puse a pensar sobre

la originalidad; por ahora del pensamiento, de las obras de arte, de la literatura, de

la historia de la humanidad que parece que se repite en ciclos de unos 200 años o

menos. Pero la libertad del individuo se basa en el hecho que es un ser individual,

por lo tanto único (¿qué significa realmente ser único e inigualable?), ¿no?. Ser yo y

solo yo y no haber nadie como yo; por lo menos biológicamente y mentalmente; no

somos nosotros solo por nuestro cuerpo, sino un balance entre cuerpo y mente

(espíritu, alma). De ese mismo balance salimos nosotros, tú y yo y él y ellos. Del

caos de los gases, de la protoestrella que se convertiría en nuestro sol, de las

múltiples colisiones de protoplanetas hasta formar una prototierra (tierra

primitiva) para luego, probablemente, chocar contra Tea y conseguir nuestra masa

y de paso tener una linda y inmensa Luna. Todo éste caos es posible una vez, ¿no?.

A todo este montón de preguntas toca en algún momento timbrar a la puerta de

Dios, el que sea, pero a Dios. Dios como el ser que organizó toda esta fiesta. Fiesta

que solo puede haber una… una fiesta, un Dios. Si bien la posibilidades de tener

miles de Dioses es posible gracias al Hinduismo, la verdadera pregunta es: ¿Qué

haría Dios mirándose en el Espejo #1 frente al Espejo #1?

 

Preludio - Nicolás Garzón 

Recuerdo solo un pedazo de ella. Una fracción. No sé cómo recordarla completamente. Quizás es imposible. Nunca la conocí en su totalidad. Durante los cuatro años que nos vimos, solo me dirigió unas cuantas palabras; palabras que ya no recuerdo; de poca importancia eran. Lo importante de ella era su mirada. Como una estatua, mudo y rígido me quedaba yo; observándola, durante horas, hasta que, con mis ojos, con una mirada que solo ella reconocía, se levantaba y salía del lugar. Sin despedidas. Sin palabras.- Qué llevaba en esos días? - No lo sé. No es de importancia. - Qué? - Nos conocimos en el parque. Yo estaba sentado en un columpio a medio caer. Ella llegó… Es un misterio su llegada. Mientras yo fumaba, siempre miraba hacia el frente, pero nunca la vi llegar. Quizás surgió del complejo de apartamentos. Recuerdo una frágil lluvia y un frío que penetraba los huesos. No había bruma; aunque el cielo se encontrase completamente gris. - Puedo fumar? Si… No… Gracias. - Yo había tenido una extraña mañana. Yo no sé por qué la vieja Marta se encontraba en la esquina. - Sabe? - Ella nunca salía, y menos a esa esquina. - Por qué? - Bueno le tenía un pavor! Todos. Había muerto más gente en esa esquina que en cualquier esquina de toda la ciudad. - Por qué? - Bueno, es un misterio. La gente moría en esa esquina. Se lanzaban a los carros. Como zombies. Como si ellos no fueran ellos mismos. - Cual? … A si si … Esa misma… La del tío que no es su tío… - Bueno pues aquí es parecido. - El encuentro… si si. - Levante los ojos y ahí estaba ella. Tal cómo llego, se fue. Sin decir ni una palabra. Se me acercó, con un gesto me pidió el encendedor, yo se lo pasé, ella incendió su cigarrillo, ella me pasó el encendedor, yo lo guardé en mi gabán, ella se sentó en el otro columpio, al igual, a medio caer, ella se sostuvo, se mantuvo, como un equilibrista, sin hacer mayor esfuerzo. Yo no le podía quitar los ojos de encima. Ella no me miraba, simplemente miraba al suelo, raspando con la punta de sus zapatos la tierra. Poco a poco, la punta se volvió negra, pero ella seguía raspando. Yo, continuaba fijo en ella. Acabe el cigarrillo. Pasado un tiempo ella acabo el suyo. Levantándose del columpio caminó por donde llegó. No sé exactamente qué fuerza me impulso a seguirla. Tenía miedo. - Qué? De ella? No ! Claro que no. - Entonces… - De qué? No sé… Temor a lo desconocido. Al amor. Al encuentro. A lo perfecto. - Yo la seguí. Ella sabía que yo la seguía. Ella miraba de medio lado para ver mis pasos detrás de los suyos. Creí verla sonreír. Estoy seguro. Aunque no estoy seguro. Pero quiero creer que así fue. Me lo he dicho toda la vida y nada me hará pensar lo contrario. Solo mi imaginación, que puede ver y volver a ver la situación, su gesto, una y otra vez, cambiarlo, hablarle, escuchar su voz. Llegamos entonces a la entrada de su edificio. Ella se sentó en las escaleras. Yo, me senté a su lado. Hablé como nunca. Yo nunca hablo. Le dije muchas cosas. No recuerdo qué exactamente. Hablé como nunca… Debí hacerlo como por diez minutos. De repente ella se levantó y me dijo: - Yo llego todos los días de la escuela a las cuatro. Si quieres verme timbra. Piso cuarto, apartamento D. Si quiero verte bajaré. Si no, intenta otro día. - Cerró la puerta con fuerza. La puerta era pesada, y sin nada que la sostuviera, siempre caía, haciendo un ruido ensordecedor. Esa tarde, estoy seguro, ella debió tirar de la puerta. No sé por qué lo sé. Pero lo sé. Por las ventanas la vi subir. Como la vi bajar y subir, bajar y subir tantas veces. - Su nombre? - Lily.

 

Extraña Pereza - Nicolás Garzón 

Extraña pereza del mundo. Lentitud del caminante, difícil caminar el camino; no hay. Solo huellas en la travesía, trazados caóticos, pasos lentos. Extraña pereza del mundo. Lentitud de la rotación. Días que son meses, meses que son años y años interminables. Acercamiento al Sol. Extraña pereza del Sol. Planetas todos amontonados alrededor de la blanca estrella, cansada. Extraña pereza del cerebro. Extraña pereza del Universo, ambos, Universo, Mente, infinita pereza y infinita expansión; imposible realización. Extraña pereza.

 

Dominós's Pizza - Nicolás Garzón 

Por la única puerta que daba a la caja registradora, el joven entró con decidida energía al establecimiento escuchando por sus audífonos, no lo que ocurría a su alrededor, que poco o nada le importaba. Rodó graciosamente su monopatín, de moda últimamente, dos pasos y unos cuantos, bastantes quizás, movimientos de rueda hasta donde se encontraba la vendedora. Al retirarse los audífonos su rostro cambió de repente. Sus ojos se movieron en varias direcciones, como si el ruido del establecimiento lo despertase de un largo sueño. La vendedora, hablando por teléfono recibiendo un pedido no se dio cuenta de la presencia del pequeño. El ambiente era tenso en el lugar ya que jefes del exterior estaban realizando una visita, poco común, observando cada detalle, movimiento, respuesta, orden, respiración. Al colgar, la vendedora se percató del joven. Haciendo una mueca el muchacho dijo: Marta. - Martín - Gritó la mujer. El joven con dulce voz repitió: Marta. El caos rondaba por el lugar, distribuido en, mitad caja y pedido de órdenes, mitad cocina. El administrador confirmó la orden de Marta y le ordena a la mujer pedirle al joven pagar el pedido. Un billete de veinte euros vuela por la horizontal y larga mesa azul que separa a los compradores y a los vendedores. La mujer, contando el dinero le pide un poco más. El joven que no sabe qué hacer, deja caer una bolsa que traía en las manos; deja caer el monopatín, haciendo un estruendoso ruido al golpear contra el piso; teléfono, esfero, papeles, rueda de goma, cinta, más papeles caen del bolsillo exterior derecho del saco del joven, que con total parsimonia, finalmente sacando una decena de monedas, cuenta en la mesa azul, y paga a la cajera. Mientras la cajera, con extrema dificultad, logra recolectar las monedas y recontar lo pagado por el joven, atrás el caos continua, el extranjero sigue con sus pretenciosos pedidos, observando y tomando fotos en su celular, la extranjera que no dice nada y que observa detenidamente un anuncio, que al parecer no entiende, pero al que le toma foto, varias veces, sin flash, la luz es cinematográfica, haciendo una mediana sonrisa al ver(lo) conseguido. El joven recolecta todo lo que se encuentra en el suelo, energético pero elevado, flota, si, flota hasta llegar a tomar las tres grandes cajas de pizza que la cajera le entrega, ella con dificultad, él, como el viento frío que entra por la puerta, única al establecimiento, ese frío que golpea contra las cajas, dejando un humo singular y sensual, escapa rodando el joven; quizás llevando tres cajas de pizza a la hambrienta Marta.

 

 

DeadPool - Nicolás Garzón 

- Esta es la historia del érase una vez. Yo como su narrador les contaré una pequeña fracción de lo sucedido, y aunque no estuve presente, de alguna manera sé de lo que les estoy hablando. Normalmente me aclararía la garganta pero no soy una persona física así que no necesito respirar por lo tanto no me hace falta el aire y eso lo comprueba una vez mas esta larga frase la cual no usa ni comas ni puntos para que usted el lector pueda hacer una pausa y respirar; respire, profundamente, y, ahora, si, puedo, continuar. Siento mucho por lo sucedido anteriormente, no soy yo quien me controlo, aunque para que quede claro, yo soy real, soy independiente y no dependo de nadie, dependo de algo, de la máquina que me escribe, y es el caso entonces, de quien me escribe, pero en ese alguien, yo soy totalmente independiente. Ahora sin mas preámbulo: Érase una vez… No, no: Érase una mujer en el café. De botas negras, blue jean, camisa rosada, uñas pintadas de negro, pelo rojizo tirando a castaño (dado quizás por el tinte a tinto (vino) de las paredes del café), de piel blanca, leyendo un libro, antes, ahora escribiendo en su computadora portátil. - dijo el Narrador - No sé lo que está escribiendo, me encuentro de costado y siempre se me escapa cuando la quiero ver de frente; yo me encuentro sentado al costado derecho de la puerta, y cada vez que sale a fumar estoy mirando a otro lado. La quiero ver de frente. Verle la cara, los rasgos, sus pómulos, el contorno de sus labios, el color de sus ojos. - Dijo Frank tomando de la copa de vino que Miriam le acababa de servir - Debes poner más cuidado cuando ella sale a fumar, si quieres realmente verla, aunque yo quisiera que no la veas para poder continuar con el relato; ademas tienes que entender que solo llevamos un par de minutos en el café y no nos han servido el plato principal - Le recriminó el Narrador enfáticamente a Frank - Yo no estoy enamorado ni nada. Ademas no soy yo quien me controlo para poder verla o no - Dijo Frank… A quien?

 

- No se auto alabe - Dijo el Narrador - Bueno sigamos con la historia - Y así paró de escribir para tomar de la copa de vino, que por cierto es un Côtes-du-rhône, el que siempre pido cuando entro a este café - … - si bueno bueno a nadie le interesa, ellos no quieren saber lo que al escritor le gusta tomar, o qué se la pasa haciendo en sus tardes libres cuando no tiene las manos ocupadas dándoselas de escritor; queremos saber qué es lo que sucede con la pelirroja que toma vino y luego pasa a cerveza cuando empieza a escribir en la computadora - Respondió el Narrador - Cómo así que toma cerveza! eso no sabíamos para qué lo anuncias? se supone que el narrador narra con respecto a una secuencia de eventos que van en orden cronológico… Ademas saber mi futuro y a lo que me voy a enfrentar no es divertido - Dijo Frank melancólicamente - No ! no ! no fue melancólicamente, fue… fue… ya usaste enfáticamente no? - preguntó Frank - Si ya se usó! - Respondió el Narrador de forma agresiva y brusca (así muchachos no nos vamos a entender) Volvamos a lo nuestro - Dijo el escritor.

 

- La Pelirroja volvió a entrar y Frank no se dio cuenta y no la pudo visualizar - Dijo el Narrador. Ahora es culpa mía? Bueno por lo menos le vi el culo a la pelirroja, que por lo cierto no está muy mal. - Dijo Frank dirigiéndose a la Pelirroja - Qué? no me ha visto la cara y ya piensa en que tengo el culo cómo? Lindo? Grande? Gordo? Cómo les gusta a ustedes hein?? - Dijo la Pelirroja enfrenando a Frank. - Cómo es que ella puede hablar cuando no le hemos visto la cara todavía? Y cómo es posible que hable español? - Se preguntó para sí mismo el Narrador - Bueno quizás sea porque yo cómo el lector somos los únicos capaces de imaginar cómo ella podría actuar frente a una situación de ese tipo. - Respondió el Escritor frente a la pregunta de sus adentros del Narrador. - Hey yo sigo presente - dijo la Pelirroja - Es que me van a dejar como personaje secundario echada al olvido solo porque soy una mujer vista, al parecer « imaginada » y escrita por un hombre? - finalizó la Pelirrojaque salió a fumarse otro cigarrillo - Dijo el… - Yo no he salido a fumar na… Saliendo así del establecimiento la Pelirroja, Frank se propuso a comer del plato que Miriam ya le había servido. - Dijo el Narrador viendo a Frank comer con gusto - El escritor dio un par de mordiscos a la carne que Frank solo imaginaba degustar porque no es él quien está comiendo, aunque en « realidad » tenga hambre, y frío! Por qué nos hicimos al lado de la puerta? - Preguntó Frank - Porque así lo decidí yo - Dijo el Escritor - Pidiendo la ayuda del Narrador, el Escritor se propuso a comer mientras que el Narrador hacía de una vez por todas su trabajo de narrar. - La pelirroja seguía escribiendo, él trataba de encontrar la manera, quizás, por medio de varios reflejos de vidrios y espejos, poder verle la cara a la Pelirroja. Esta comiendo y no puede escribir ni pensar en lo que está sucediendo - Dijo el Narrador - Les manda a decir a todos ustedes que no se impacienten la historia continuará después de la cena. No se preocupen no habrá postre, quizás otra copa de vino.

- Dije yo, trabajo de n a r r a d o r y a l p a r e c e r t a m b i é n d e s e c r e t a r i a . __________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________ _______________________________________________________

 

No ! - Dijo el … NO ! - Dijo el… No voy a dejar que lo escribas!. Pero tengo que. NO ! lo voy a dejar. Yo sabía que no iba a ser importante. - La cuestión no radica en la importancia que tienes dentro de la historia, ya que vos eres la historia, la historia se basa en el misterio que esconde tu rostro. - Escribió el Escritor a la Pelirroja. - Lo que sucede es que tu rostro quedó al descubierto cuando saliste del baño; y aunque eso no tendría importancia ya que aún no sabemos quien eres, al ver que ibas a ser acompañada por un hombre todo cambió. - Continuó en Escritor. - El Escritor siguió escribiendo las últimas palabras de despedida para la Pelirroja. Frank que si bien no había estado muy presente en el escrito, siempre estará en compañía del Escritor, y que Frank es el Escritor, aunque el Escritor nunca podrá ser Frank. El Escritor novolverá a retomar esta historia, yo por el contrario les puedo contar los que sucedió esa misma noche entre Miriam y el Escritor. Luego de pagar la cuenta el Escritor salió del café y se dirigió a su apartamento. Y bueno entre Miriam y el Escritor no pasó nada, aunque el Escritor puede inventarse una muy buena historia entre Frank y digamos « Lily » para que en un futuro cercano si esto llega a ustedes no llegue de alguna manera a Miriam. Siendo ademas, Miriam la vecina del Escritor, y habiendo escuchado muchas noches salir del apartamento de Miriam a un hombre, el Escritor, de eso estoy seguro, que el Escritor tiene ya en mente una larga historia de pasión entre esos dos. - Dijo el Narrador. - Y qué pasó con la Pelirroja? - Siguió Frank - De ella no supimos nada mas. De ahí salimos los tres, dejando atrás a la Pelirroja y a su amigo que salió de la nada porque llevábamos ahí como dos horas y nadie aparecía y cómo es posible que alguien llegue a la mitad de la historia! - Gritó con fuerza Frank dirigiéndose al espectador con gran anhelo a una respuesta no correspondida.

 

 

Noche de luna y otros cuentos - Nicolás Garzón 

Mirando la plenitud de su soledad se vio encerrado en un dilema que pronto la vecina del 512 resolvería sin ningún afán. Y es que el agua de la cocina nunca paraba y la intermitente luz del baño seguía el ritmo de los segundos que pasaban. Pero el reloj en su mano izquierda se encontraba dañado y no podía saber si el mañana fue ayer, el tiempo deambulaba desnudo mientras el espacio lo cubría todo. Aunque allí, manteniendo fija la mirada en la inmóvil manecilla, pudo hallar la única respuesta a todos sus problemas. Al tocar la puerta la vecina del 512 se había dado cuenta que no era su apartamento, pues la vecina del 513 estaba a su izquierda, la vecina del 514 abrió la puerta, al ver la incómoda situación tiró un grito y cerró la puerta. La vecina pronto tocaría en la puerta para que éste la dejara entrar y así evitar cualquier conflicto. Adentro el pobre hombre le dijo que ya no la necesitaba, pero la vecina desnuda ya al frente del espejo vio como pasaban los años... desapareció convirtiéndose en polvo, y él mirando de nuevo el reloj, se sirvió otra copa de vino, se sentó en el suelo, volviendo a pensar en el dilema mientras esperaba la respuesta de la vecina del 513. Tocaron a la puerta... Se enfrentó a la increíble realidad, a la naturaleza de todo lo que temía, temiendo en ese instante saciar la eterna duda hacía la luz dejando atrás lo desconocido, cerró los ojos, encontrando el paraíso de la nada a su alrededor. Al escuchar los sonidos incoloros se propuso aislarse de la realidad. Entre imágenes el mundo giraba y la tierra, redonda y azul se desvanecía de repente. Oyó por última vez el sonido de su corazón, para después entrar en el vacío que todo lo constituye. Experimentó la sensación del devenir, encontró paz en el silencio. Al abrir los ojos el cigarrillo se había consumido por completo. La botella de vino, vacía, le produjo gracia. El reloj marcaba las 6 de la mañana. El frenético tic-tac resonaba por la habitación.

 

Sin fuerzas para levantarse decidió recostarse por el suelo. Como orquesta, de forma arrítmica la puerta que tocaba la vecina y el reloj hacían eco apocalíptico, dañino, doloroso, maléfico. El agua de la cocina, convertida en charco, se desbordaba hacía la sala, avanzando amenazantemente con inundar el apartamento, y aunque esto sucediese dentro de cientos de años, el tiempo no tiene afán. Para evitar mojarse los pies, decidió rodar graciosamente hacia la puerta de entrada. Yacía el alma de la vecina del 513, tocando la puerta eternamente. El corredor se encontraba vacío; intentó entonces avanzar en el dilema. Mientras más avanzaba, más oscuro parecía el camino de vuelta a casa. Recordando viejas promesa, amores del pasado, visiones de quines fueron, a dónde fueron, por qué se fueron, a dónde irán. Desorientado se levantó del suelo. Mientras se rascaba la cabeza puso la cafetera a hacer café. El olor lo despertó mostrándole la desgracia de su vivir. Se sentó, donde pudo, en un pequeño espacio entre la porquería del suelo y la ventana que daba a la calle. El sol penetraba la ventana por los pequeños agujeros que dejaba la suciedad. Se sirvió el café en una taza de aspecto dudoso y se propuso a escribir las memorias de una noche de luna llena.

 

Al servirse otra copa de vino se dio cuenta que se encontraba ya en un estado de ebriedad lamentable; y aunque su cuerpo le diera fuerzas para seguir bebiendo, la poca razón que le quedaba le obligaba a parar. Una última copa se dijo. Se sirvió hasta rebasar la copa, cayendo una gran cantidad de vino en la alfombra. El líquido se esparció por toda la mesa, mojando la agenda con sus escritos. Con lenta preocupación y a pausado ritmo fue al baño que se encontraba a tres dificultosos pasos. Tambaleando de manera acrobática logró penetrar en el baño; agacharse fue otra odisea que alcanzó con increíble habilidad. Secó la mesa de escritorio. La agenda con los escritos. Y, finalmente, la alfombra, blanca color rojizo, de olor a detergente y a vino unitario « típico » de los hoteles. Agotado se sentó al frente de la mesa de escritorio; encendió un cigarrillo y bebió de la copa de vino. Al alcance de la extensión de su brazo encendió la radio. La radio se encontraba en una emisora de Jazz, sonaba « It’s A Blue World » de Ella Fitzgerald. Con un gracioso movimiento de pies siguió el ritmo de la canción. Creyéndose siempre un buen bailador se vio inmerso en un corto delirio donde su vida se volvía un musical, levantándose de la silla, saliendo al corredor y viendo a toda esta gente bailando al ritmo de Ella. El humo de cigarrillo invadía el lugar como una neblina, espesa, pesada, húmeda. Con el retumbar del canto final de Ella, la canción había terminado y con él el delirio pasajero. Al momento agarró su agenda y se apresuro a escribir lo ocurrido. Al decimoctavo cigarrillo término de escribir en su pequeña y atesorada agenda. Sin mas que hacer, prendió otro cigarrillo. En la radio sonaba el saxo de Louis Amstrong, fuerte, excitante, doloroso, valeroso, todo lo que él no era, todo lo que añoraba ser. De repente unos gritos penetraron los oídos tan bien acostumbrados hasta el momento por el buen Jazz. Apagó la radio, agarró el vaso de vidrio del baño y lo acercó a la pared para escuchar a los vecinos. Los gritos viajaban de un lado a otro y no era comprensible lo que decían, aunque el dolor lo sintiera en lo mas profundo de su ser. Un sentimiento de angustia se apoderó de él, como el saxo de Amstrong sintió la necesidad de acudir al llamado de ayuda de esa voz del mas allá. Se vistió con la elegancia de su estado y acercó nuevamente el vaso hacia la pared. El sonido aumentaba, ya había podido identificar los gritos de una mujer, joven, acompañada de dos hombres, ambos de mediana edad. Aunque no sabía la fuente de las voces ni tampoco lo que decían, se precipitó hacía el corredor. Un viento helado recorría el largo corredor, de tapete negro y puertas rojizas. Los gritos golpeaban las paredes y los tímpanos de Frank. Ir y venir, fue lo que Frank hizo durante una media hora, recorriendo de lado a lado el pasillo, siguiendo la pista de los gritos que, cómo si tuvieran vida propia, se escondían del desesperado hombre. Agotado, entró en su habitación, desnudándose y volviéndose a sentar en la silla que daba a la mesa de escritorio donde se encontraba la agenda. Al frente de Frank había una gran ventana panorámica que mostraba una hermosa vista de la ciudad. La noche era fría, las calles vacías, la luna brillaba, sin vino ni cigarrillos y sólo en su habitación prendió la radio, subiendo el volumen al máximo para distraer su mente de los gritos sádicos de la pobre y atormentada mujer. Sonaba el saxo de Sidney Bechet, siendo éste mas sexual, atractivo, psicodélico que Amstrong, se propuso a soñar, a calmar su alma y a pasar la borrachera, todo esto en frente de la luna llena.

 

 

bottom of page